Tarragona, un destino para todo el año con tres Patrimonio de la Humanidad.
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La herencia de su Tarraco romana, los Castells y la Dieta Mediterránea, los tres grandes ejes que vertebran el variado atractivo turístico de una ciudad única


En Tarragona, la historia sale de las piedras y los libros y cobra vida. Porque la ciudad es mucho más que un gran museo al aire libre de la época romana, Patrimonio de la Humanidad desde el año 2000. Es una urbe dinámica que ha sabido recrear la vida y costumbres de aquella civilización que marcó su destino, en un gran Festival Cultural. A este patrimonio material suma otros dos inmateriales, también reconocidos por la UNESCO: uno tradicional, los Castells, y otro gastronómico, la Dieta Mediterránea. Pasado y presente unidos por un mágico túnel del tiempo que salpica la ciudad de incontables atractivos, para una escapada familiar, en pareja o con amigos en cualquier época del año.


   Reza la leyenda que el dios Júpiter abandonó a su esposa, la terrenal Tíria, al enamorarse de Tarragona. Lo que no es leyenda, sino pura realidad, es el impacto que provocó en la Roma imperial. Por eso los romanos la eligieron para fundar su primerea fortificación más allá de la Península Itálica, en el siglo III antes de Cristo. De ello dan fe sus principales monumentos de esa gloriosa época: el Anfiteatro; las Murallas, de las que se conserva un kilómetro; el Circo o el Acueducto. Un bien cuidado conjunto arqueológico que le valió en el año 2000 el reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

   Pero Tarragona no es solo un inmenso museo al aire libre. En ella, la historia cobra vida gracias al Festival Cultural Internacional ‘Tarraco Viva’. Gestado en 1999, recrea en la segunda quincena de mayo la vida y costumbres de una de las más grandes civilizaciones del Mediterráneo clásico.

A este patrimonio material cultural suma otros dos de carácter inmaterial. Uno, desde 2010, son los Castells, torres humanas que constituyen una de las señas de identidad de la tradición catalana y tienen en Tarragona un referente. Sobre todo en la fiesta de Santa Tecla, en septiembre, y en el primer domingo de octubre de los años pares, donde cita en su plaza de toros a las principales colles de Catalunya en una espectacular competición. El otro Patrimonio de la Humanidad, en este caso gastronómico, es, desde 2013, la Dieta Mediterránea, clave para entender la cocina tarraconense.

Sin embargo, aunque casi todo en Tarragona empieza en Roma… nada acaba allí. Su Ruta Medieval permite admirar la Catedral, del siglo XIV, románica con fachada gótica; el Claustro, de planta cuadrangular; las capillas de San Pablo y Santa Tecla la Vieja, las torres de las Monjas, de Tintoré o de Arantes y la judería.

Hay también una Tarragona modernista, cuyo abanderado es el Teatro Metropol. Lo secunda el altar del Santuario del Sagrado Corazón, obra del genial Antonio Gaudí, nacido a solo 14 kilometros de allí, en Reus; el Mausoleo de Jaime I, el Mercado Central, el Matadero o los singulares edificios de la Rambla Nova. Y hasta una interesante Ruta de los Primeros Cristianos, con el Museo Diocesano, el Museo y la Necrópolis Paleocristianos, el Foro de la Colonia o la Basílica funeraria del Parque Central.


 Tarragona es un destino para todo el año, porque cada estación tiene algo que ver y disfrutar. En primavera, su Semana Santa, la más importante de Cataluña por su espectacularidad y tradición, cuyo momento culmen es la Procesión del Santo Entierro; y el citado festival ‘Tarraco Viva’. En verano, sus fiestas patronales: Sant Magí, en agosto, y Santa Tecla, en septiembre. En otoño, su Semana Literaria de noviembre. Y en invierno, ‘Anno Domini’, recreación histórica de la Navidad.

La apuesta por el Turismo MICE se sustenta en su Palacio Ferial y de Congresos, al que se suman espacios únicos como el Circo, el Anfiteatro o las Murallas. Y respecto al shopping, sus referentes son la Rambla Nova, principal arteria de la ciudad, y la Vía T, Asociación en la que se han implicado los comercios del centro.

Disponer del puerto pesquero tradicional más importante de Catalunya hace que su gastronomía se nutra de buen y variado pescado azul y de las sabrosas gambas tarraconenses. Sin olvidarnos de los arroces, de los calçots –esas singulares cebollas de la provincia tan típicas de enero a abril¬– ni de su salsa autóctona: el romesco. Todo ello, bien maridado por los excelentes vinos de la D.O. Tarragona.

La variada oferta turística de la Tarragona urbana tiene un perfecto complemento con esa otra que mira al mar, por su clara vocación marinera. Desde un barrio típico de pescadores, El Serrallo, hasta su puerto para cruceros de lujo o el deportivo, con 400 amarres y un amplio abanico de actividades náuticas, como vela, remo, windsurf, esquí náutico o submarinismo. Y para el turismo de sol y playa, 15 kilómetros de costa con playas y calas de fina arena y aguas cristalinas. Pura esencia de ese Mare Nostrum al que Tarragona se asoma desde el majestuoso palco de su Balcón al Mediterráneo, con su barandilla modernista. 



Sobre Tarragona


Esta capital de provincia catalana, única junto a Barcelona con salida al mar, es también la única ciudad costera española con tres Patrimonios de la Humanidad, que suponen su principal seña de identidad turística. Uno es material: la herencia de la imperial Tarraco romana. Y los otros dos inmateriales: los Castells, torres humanas que constituyen una de sus tradiciones, y la Dieta Mediterránea, clave en su gastronomía. Pero además tiene otros muchos atractivos, como sus rutas urbanas (Medieval, Modernista, de los Primeros Cristianos…), playas de fina arena, una variada oferta de shopping, una infraestructura de calidad para el Turismo MICE y un puerto que acoge cruceros de lujo. Tarragona es un destino para todo el año, fiel a su marca: ‘Historia Viva’.

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