Chenonceau, el Castillo de las Damas
Viajes - Visitas a Lugares


Conocido como el «Castillo de las Damas» en la historia de Francia, fue construido en 1513 por Katherine Briçonnet, embellecido sucesivamente por Diana de Poitiers y por Catalina de Médicis y salvado del rigor de la revolución por la Señora Dupin.


El castillo de Chenonceau está situado en la región Valle del Loira. Propiedad de la Corona, después residencia real, el castillo de Chenonceau es actualmente, después de Versalles, el castillo francés más visitado.


El castillo de Chenonceau es un sitio excepcional, tanto por su original diseño sobre el Cher como por su destino.


Conocido como el «Castillo de las Damas» en la historia de Francia, fue construido en 1513 por Katherine Briçonnet, embellecido sucesivamente por Diana de Poitiers y por Catalina de Médicis y salvado del rigor de la revolución por la Señora Dupin.


El castillo posee una colección de pinturas de grandes maestros, auténtica pinacoteca, digna de los mejores museos: Murillo, Tintoreto, Nicolas Poussin, Correggio, Rubens, Primatice, así como de un notable conjunto de tapices de Flandes del siglo XVI.


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Descubrir Chenonceau de noche: el paseo nocturno permite descubrir a los visitantes los jardines iluminados a la caída de la noche acompañados por la música. Todas las noches de julio y agosto.


Eventos destacados en el Castillo de Chenonceau


Citas primaverales (abril-mayo): cita con los ramos y las decoraciones de Pascua, mostrados por el taller floral del castillo.

Cita en los jardines (junio): talleres sobre plantaciones para jardines, descubrimiento en imágenes de los animales pobladores de los jardines y del parque del castillo.

Exposición permanente de la Galería Médicis (todo el año).

Navidad en Chenonceau (diciembre): para las fiestas de fin de año, Chenonceau propone un tema cada vez diferente. Se escenifican pinos y ramos de manera suntuosa en cada una de las habitaciones del castillo.


Desde su delicada silueta inmaculada hasta su decoración interior: Chenonceau encarna toda la gracia femenina. De hecho, se le conoce como el Castillo de las Damas por las diferentes mujeres a las que conquistó. Esta obra maestra renacentista, con sus colecciones de arte de valor incalculable, sus estancias perfectamente conservadas y sus floridos jardines, nos reserva mágicos momentos…


El Castillo de Chenonceau, obra maestra del Renacimiento, fascina por la deslumbrante blancura de sus paredes y las sensuales curvas de sus torrecillas. Se caracteriza por un estilo elegante y femenino que revela la influencia de las grandes damas de la historia en su arquitectura. 


El torreón y el pozo son los únicos vestigios de sus orígenes medievales, que fueron destruidos durante el s. XVI por Thomas Bohier, entonces secretario general de finanzas del rey Francisco I.  Bohier colocó las primeras piedras del actual edificio sobre los pilares de un antiguo molino fortificado elevando el castillo sobre el río. El cuerpo principal, cuadrado, tiene algo de particular para la época: las estancias están dispuestas ambos lados de un vestíbulo central, comunicadas por una escalera recta directamente inspirada de los palacios venecianos. La originalidad de esta disposición encuentra continuidad en la galería de dos plantas que Catalina de Medici mandó construir sobre el puente que franquea el Cher.


Los interiores del Castillo de Chenonceau se caracterizan por la fastuosidad de la época y, de una estancia a otra, nos asombran con la riqueza de su mobiliario y sus decoraciones. Las salas están tan bien arregladas que, a veces, parece que el tiempo se hubiera detenido. El dormitorio de Luisa de Lorena llama especialmente la atención: la decoración sepulcral se debe al duelo de la mujer de Enrique III, que vivió aquí sus últimos años, retirada en esta estancia de negras paredes y repleta de atributos mortuorios. Al recorrer la majestuosa Galería de Medici no cuesta imaginarse el vuelo de los vestidos arremolinándose en el suelo de cuadros bicolores durante las grandes fiestas de la corte. Las cocinas, instaladas en los pilares del puente, presentan un gran realismo… uno casi puede sentir el olor de las marmitas inundándolo todo: el comedor, la carnicería, la despensa y la cocina, donde encontraremos muchos objetos de época. La puesta en escena de cada una de estas estancias es uno de los puntos fuertes de la visita. Todo en el castillo y sus dominios cultiva el arte del detalle y del refinamiento. 


El parque y sus jardines están perfectamente diseñados: el laberinto circular, los rosales trepadores del Jardín de Diana de Poitiers o los parterres de flores del Jardín de Catalina de Medici son una muestra de la tradición jardinista francesa. Los caminos de naranjos, los arbustos y la infinidad de flores invitan a deambular, especialmente de noche cuando se organizan paseos al ritmo de una música suave. Junto a estos fantásticos jardines, se puede visitar una colección de carruajes de finales del s. XVIII y principios del s. XIX en la "Galerie des Attelages". Por su parte, la "Galerie des Dômes" conserva los recuerdos del Hospital Militar instalado en Chenonceau durante la Primera Guerra Mundial. 


NO TE PUEDES PERDER... EL CASTILLO-MUSEO


El esplendor de Chenonceau queda patente por la riqueza de su mobiliario renacentista, sus tapices de Flandes y las colecciones de grandes maestros que decoran los muros del castillo. Esta excepcional colección museística constituye un tesoro de incalculable valor que el castillo conserva con el máximo cuidado. 


Murillo, Poussin, Rubens, Le Tintoret, Le Corrège, Van Loo, Van Dyck... Los amantes del arte quedarán fascinados con la excepcional colección de pinturas que engalana cada estancia del castillo. Esta pinacoteca cuenta con auténticas obras de arte, entre las que destacan Huida a Egipto de Poussin, Estudio de una cabeza de mujer de Veronese, La Virgen con el niño de Murillo o Las tres Gracias de Carle Van Loo. Los muros del castillo están recubiertos también por inmensos tapices que, además de resguardar del frío, describen escenas de la corte. Estos tapices reflejan la gran maestría del Flandes de los siglos XVI y XVII. La calidad de sus detalles y de sus representaciones muestra hasta qué punto la tapicería es un arte en toda regla, al igual que el mobiliario real. 


El gabinete italiano del s. XVI colocado en el dormitorio de Francisco I es una pura maravilla, con sus incrustaciones de nácar y marfil y su grabado a la pluma. Otra curiosidad preciosa: el Gabinete de las Estampas, que reúne una completa y variada colección de dibujos, grabados y estampas que representan el castillo en diferentes épocas.


Chenonceau conserva todas sus obras con máximo celo; de hecho, siempre tiene campañas activas para la renovación de las piezas con el objetivo de mantener su esplendor original.