Durante la Semana Santa, la localidad turolense de Valderrobres se convierte en un hervidero de visitantes en busca de alternativas al turismo de playa o ciudad
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Durante la Semana Santa, la localidad turolense de Valderrobres se convierte en un hervidero de visitantes en busca de alternativas al turismo de playa o ciudad

La tradicional ‘Rompida de la hora’, la gastronomía típica, los paisajes toscanos y la amplia oferta de actividades para toda la familia son algunas de las razones por las que visitar esta villa medieval

 La Semana Santa se acerca y los más viajeros ya andan en busca de la escapada ideal para descansar y desconectar de la rutina. Quedarse en la ciudad durante esos días ya no es una opción, y cada vez son más los que eligen el turismo rural para conocer el potencial de los pueblos que tienen a su alrededor. De hecho, según el portal de reservas Casasrurales.net, este tipo de turismo alcanzó un 77,8% de ocupación durante la Semana Santa de 2019.


De acuerdo con el Observatorio de Turismo Rural, entre los motivos más frecuentes por los que los viajeros optan por una escapada rural se encuentran estar en contacto con la naturaleza, disfrutar de experiencias gastronómicas o vivir de cerca determinadas celebraciones tradicionales. 


Precisamente, esto último es lo que atrae a miles de visitantes hasta la localidad de Valderrobres, la joya medieval de la comarca turolense del Matarraña. La Semana Santa de este pueblo de algo más de 2.400 habitantes está declarada Fiesta de Interés Turístico de Aragón, y uno de sus actos más importantes es la conocida como la Rompida de la Hora, una tradición muy extendida en la provincia. Durante la ‘rompida’, que se celebrará el diez de abril a las 12 horas en la plaza de España de la localidad, centenares de bombos y tambores tocarán al unísono para conmemorar la muerte de Jesús en la cruz y representar cómo la tierra tembló. 


Pero el atractivo de Valderrobres durante la Semana Santa va más allá de las procesiones y los actos religiosos. Y es que este municipio ofrece infinidad de actividades, excursiones y experiencias tanto para los mayores como para los más pequeños de la casa. Además, su belleza y el valor arquitectónico de su casco antiguo hicieron que Valderrobres pasara a formar parte del selecto club de “Los Pueblos Más Bonitos de España”. 


El robusto Puente de Piedra que se levanta sobre el río Matarraña y el portal de San Roque son las cartas de presentación de la parte antigua de la localidad, pues son lo primero que ve el visitante. Recorriendo sus calles empedradas se llega hasta la plaza de España, donde se ubica el edificio del Ayuntamiento y también uno de los alojamientos más especiales del pueblo: la Fonda La Plaza. Se trata de una de las más antiguas de España, y cuenta con un restaurante especializado en gastronomía tradicional que hace las delicias de todo aquel que lo prueba. Además, durante Semana Santa esta zona se cierra al tráfico y los bares sacan sus terrazas a la calle para que todo aquel que quiera pueda realizar una agradable pausa en el camino. 


De obligada visita es el Castillo-Palacio de Valderrobres que data de finales del siglo XII. Desde el año pasado se puede acceder a las almenas de la fortaleza, y la entrada incluye también el acceso al Museo y la Iglesia. 


Tierra de dinosaurios y aventuras en familia


La provincia de Teruel es sinónimo de dinosaurios y prueba de ello es que ya existen hasta ocho sedes de Dinópolis, un parque de ocio dedicado a estos fascinantes animales que es garantía de diversión para los niños y los no tan niños. La más cercana a Valderrobres es Inhóspitak, en Peñarroya de Tastavins, que se encuentra a tan solo 20 kilómetros de distancia. 


Los amantes de las emociones fuertes tampoco pueden perderse la tirolina de Fuentespalda, ubicada en pleno corazón del Matarraña. Sus nada más y nada menos que 1980 metros de longitud y sus 200 metros de desnivel prometen dos minutos de descenso de pura adrenalina. Además, no hay edad mínima para lanzarse, aunque los menores deben ir acompañados de un adulto y el peso mínimo es de 50 kilos. 


Y si se va en busca de un plan algo más relajado, pero sin renunciar a estar en contacto con la naturaleza, el observatorio de aves de Mas de Bunyol es el lugar ideal para pasar una mañana rodeado de montañas… y de buitres. Cobijada por las Montañas de los tres Reyes, cada día cientos de buitres salvajes descienden a esta reserva para ser alimentados bajo la atenta mirada de los turistas, que son testigos de este espectáculo único a través de una gran cristalera. Sin duda, un recuerdo inolvidable que quedará grabado en la retina de los visitantes más jóvenes, que además, podrán entrar a precio reducido si tienen entre 4 y 11 años. Además, el edificio Mas de Bunyol cuenta con seis habitaciones para alojar huéspedes que, en esa misma zona, podrán disfrutar de rutas a caballo o en BTT. 


Aunque si se prefiere, siempre se puede optar por otros de los muchos alojamientos de turismo rural situados en plena naturaleza, algunos de ellos temáticos, como el Camping El Roble. Sus jaimas y tipis, tiendas de campaña típicas del desierto y los pueblos indígenas fueron finalistas como mejor experiencia turística de Aragón, y no dejan a nadie indiferente. Tampoco lo hacen el Mas de Boné, una vivienda típica de la zona totalmente rehabilitada, ni el Más del Bot, un hotel ecológico hecho de pacas de paja climatizado mediante geotermia. 


La Toscana sin salir de España


El paisaje que lo rodea es otro de los grandes reclamos de Valderrobres. Por este motivo, si el tiempo acompaña, las excursiones al aire libre siempre son una buena opción, ya sea por libre o contratándolas con cualquiera de las empresas de Turismo activo que operan en Valderrobres: Matarraña Aventura, Valde Vivo y Turismo Matarraña. Una de ellas es la ruta a La Caixa, una cima situada en la Sierra de Arcas desde la que se puede disfrutar de unas impresionantes vistas panorámicas de la comarca del Matarraña, a la que muchos se refieren ya como ‘la Toscana española’. Además, desde Valderrobres se puede acceder hasta el Parrizal de Beceite, una ruta sencilla que discurre junto al río Matarraña y que permite observar la belleza de sus pozas de agua turquesa. Y los que prefieren pedalear en lugar de andar encontrarán en las rutas al pantano de la Pena y a la Vía Verde Val de Zafán la mejor manera de disfrutar de sus bicicletas. 


Y tras un agotador día de actividad, qué mejor que reponer fuerza en alguno de los muchos restaurantes y cafeterías que hay en Valderrobres, bien conocido por su carne, su repostería y el aceite DOP del Bajo Aragón. 


La localidad cuenta con opciones para todos los gustos y paladares: desde el Asador Baudillo, donde los sabores de la tierra adquieren tintes argentinos de la mano de su propietaria, nacida al otro lado del Atlántico; hasta el Hotel El Salt, en cuya huerta se cultivan muchos de los alimentos que después se sirven en los platos. Eso sin olvidar las pizzerías La Cova y La Esencia, ideales para ir a cenar con niños y degustar auténtica comida italiana.


Y porque a nadie le amarga un dulce, cualquier visitante que se precie debe hacer una parada en las cafeterías-panaderías Sabores y Casalduc, ambas en la zona del arrabal. Son estupendas tanto para empezar el día con energía como para hacer una pausa con niños a la hora de la merienda, y ofrecen productos como cafés, tés, batidos, chocolates y postres tradicionales como los ‘ametllats’, ‘panellets’, huesos de santo o las rosquillas, tan típicas de la Semana Santa ‎valderrobrense. Recetas cuidadas y hechas con mimo para terminar el viaje con un buen sabor de boca.